Adaptación a los nuevos escenarios
En el último año hemos aprendido a hacer muchas cosas de una manera distinta a la tradicional: hacer las compras, hacer ejercicio, reuniones sociales y hasta las consultas médicas empezaron a ser virtuales. Llevado al terreno de las empresas y los proyectos nacientes, esto generó un conflicto novedoso: cómo seguir avanzando, cómo seguir creciendo de manera remota.
Esto planteó más de un problema, ya que en general los cambios obligados tuvieron un impacto muy marcado en las rutinas y muchos equipos renegaban de la virtualidad. Sin embargo, se empezaron a naturalizar las nuevas prácticas y con ello se adaptaron procesos en distintos sectores, lo que permitió descubrir también mejores formas de hacer, más eficientes.
Con el paso del tiempo muchas de las restricciones se levantaron y llegó el momento de decidir qué hacer con todos esos cambios puestos en práctica. ¿Volvemos a lo viejo conocido o hay algo que, independientemente de porqué se puso en marcha, queremos conservar? Sin dudas la respuesta no es una sola y depende del sector de la actividad y fundamentalmente de los equipos de trabajo.
Algunos de los cambios más notorios son:
- Menos horas en las oficinas, menos contacto personal con el equipo
- Las reuniones de equipo son más productivas, con menos relaciones personales
- Coordinación de horarios de reunión, con todo el equipo rediseñando su agenda
- Coordinación de equipo y tareas en un entorno digital, adaptándose más a las necesidades de los miembros
El mix ideal para cada empresa es diferente. Es importante poder reconocer tareas que puedan desarrollarse de manera flexible, adaptándose a distintos escenarios en tiempos de alta inestabilidad. Si contamos con más opciones para ejecutar procesos estaremos más cerca de agregarle eficiencia a la organización, volviéndonos más competitivos.
No hay que tenerles miedo a los cambios. Es mejor entenderlos y adaptar las nuevas oportunidades a lo que necesitamos para crecer. Es hoy un desafío tan grande como necesario.